sábado, 29 de diciembre de 2007

Sobre un arlequín…

A las personas que creen que un arlequín es nada más que un bufón público, debo desilusionarlos inmediatamente, diciéndoles que en verdad nunca supieron nada sobre el. Un arlequín es nada más y nada menos que eso.

Es aquel personaje condenado a reír por siempre detrás de una máscara que no deja escapar ninguna disconformidad de su gesto. Es aquel que con malabares, tropiezos y payasadas logra, por lo menos, una espontánea mueca de satisfacción entre los presentes, que en un principio contemplaban sin ganas.

Arlequín es sinónimo de humildad, dedicación, entrega, esmero y creatividad. Su objetivo es despertar al niño que vive dentro de cada miembro de la corte, para que puedan (casi sin quererlo) dejarse llevar a un mundo irreal, donde la tristeza es una mala palabra, y donde todos pueden cumplir sus sueños infantiles de chocolates y eternos juegos.

El personaje de mayas de colores y zapatos puntiagudos sólo encuentra regocijo al ver que su trabajo está hecho, y no se detiene hasta conseguirlo, aunque se le pase la vida en ello; nadie más necio que el. Nació para esto y no sabe hacer otra cosa, y a pesar que muchos desprestigien su labor, el es imprescindible para que los demás puedan seguir, ¿quién logra imaginar una vida sin alegría?

El arlequín también sufre. Debajo de su máscara blanca con una gran sonrisa pintada perpetuamente, varias lágrimas se derramaron en algún tiempo. Cuando las pelotas vuelan por el aire generando fabulosas figuras, ve en cada una de ellas un sueño que le pertenece, balanceándose en un frágil equilibrio.

Entre arlequines se sabe exactamente que se piensa o se siente; porque sus ojos son pizarras donde cada uno escribe y deja ver su verdadera emoción. Cualquiera que se lo proponga podrá ver detrás de su rostro un par de ojos prisioneros, escondidos.

Aunque todos los vestigios indiquen lo contrario, el no odia su trabajo, es como cualquier otro; le tocó dar sonrisa en los buenos momentos, risa en los malos y carcajadas en los peores. De su profesión y su vida el también aprende; al sacarse al final del día la coraza que cubre su cara, se sentirá feliz de ver que la sonrisa real que lleva en su rostro no es mas pequeña que la que lleva pintada su máscara.
Tatiana Fontana

1 comentario:

Anónimo dijo...

La que no sabe mucho de Arlequín eres tú. Arlequín no es un bufón, ni siquiera es el nombre de un oficio, es el nombre propio de un personaje de la Comedia del Arte italiano que nace a fines de 1600 junto a nombres como Pulchinela, Briggela, Pantaleón, Dottore y la famosa Colombina. Su misión no es hacer reír, sino engañar. Es un timador inocente que pretende el amor de Colombina con trucos y ardides llenos de sátira y gracia.