sábado, 12 de mayo de 2007

HISTORIAS DE LA NADA

La nada

El infinito corre cuesta abajo
Nuestros pensamientos más profundos
Se ponen en blanco…
Y así, despacio, despacito todo
Lo olvidamos.

Recorremos el sendero de la
Paz y soledad…
Pasamos del todo a la nada,
Nuestras cabezas piensan
En algo pero en realidad
En nada…

No es ficción, solo
Piensa en lo elevado
Que te siente en la nada…
No dices, no sientes, no amas.

Sientes como la brisa recorre
Tus manos,
Y el agua en tus pies…
Las nubes tu cabeza, que
No es nada también.

Ocuparla sería un pecado,
Pero no usarla también…
No amas, no sientes, no haces nada
Solo atraviesas el túnel
De lo inexistente…
De lo no real…
De todo aquello que sobrepasa
Nuestro mundo…

Te pierdes en la inmensidad
Del abismo sin saber nada…
Corres y corres te crees que
El mundo termina pero
En realidad no sientes nada…

No estas ni arriba ni abajo.
Es como una anestesia sin dolor
Solo vives, creces, amas
En la nada…

Después de unas horas
Despiertas y sientes
Que no era nada…
Solo era un sueño…
No era nada…

Soñaba en él,
En aquel amor del pasado,
En ese que me hizo reír y llorar…
Pasé tristeza y felicidad.
No era nada, pero años atrás
Era todo para mí…
Era mi luz, mi fuego, mi aire…
Él solo bastaba para vivir,
Vivir, esos momentos de suma felicidad
Donde un pantano se convertía en Rosedal
Y la nube gris en blanca…
La lluvia en Sol…
Y el invierno en primavera.
Todo era más bello, pero no era nada.

Seguiré soñando en él
En la nada…
Veré si recuerdo
Algo que sea más lindo
Pero que no sea nada…
Él no es nada…

Florencia López.




La Feria y la Nada

Monos, elefantes y tigres, aquello no podía competir con la “nada”. Al principio, todos creíamos que el nombre era un chiste, pero nos dimos cuenta con el tiempo que eso no existía, en el medio de la feria del pueblo era “nada”. Según gritaba por las calles y alrededores el animador del circo, uno se metía en una habitación donde había un pozo que tenía “nada” adentro, y, obviamente, había que arrojarse en él.
Esta atracción pasó de ser una más a llamar la atención de todos, y el dueño del circo cada vez se hacia más rico. Pero existía un problema: aquellas personas que no eran felices en su vida no querían salir del interior del pozo, y había varías instaladas allí casualmente. No se prestaban atención, sino que parecían autistas, cada uno en su mundo.
Esto comenzó a molestar a los turistas que llegaban, quienes no querían internarse en la profundidad del pozo, ya que había alguien allí. Yo no era una persona feliz, había quedado viudo y mis hijos me acusaban de haber matado a mi mujer, cosa que aseguro no hice. Estaba sin trabajo, y decidí meterme en ese pozo, invadido por la curiosidad.
Llegué a la feria lleno de expectativas y pagué el boleto para meterme en “la nada”. El animador me vendó los ojos y me llevó hasta una puerta. La abrí sin vacilar y me encontré con un pozo profundísimo, que tenía una escalera para llegar al mismo fondo. Comencé a bajar y luego de quince minutos pensé que no existía final. Pero algo en mi interior me hizo seguir descendiendo. Una vez que llegué al fondo, solo había un suelo pedregoso y me vi rodeado por cuatro paredes, un techo y un suelo blanco.
Se notaba desde lejos que las paredes no eran de cemento, y al tocarlas me di cuenta que allí no había nada. Finalmente había llegado a la “nada”. Encontré una mesa con un teléfono gris y de tubo negro. Levanté este y escuché atentamente: no había sonido alguno.
Con el tiempo, descubrí que podía hacer aparecer lo que quisiera, así que ahora tengo lápiz y papel, y estoy escribiendo esta historia para todos aquellos que quieran seguir mi pasión. Algunos pensarán que mi vida es absurda, pero… ¿saben qué hago cuando estoy aburrido? Levanto el tubo y escucho la nada. A veces me parece que vienen hombres e intentan llevarme, pero lo hago desaparecer y problema resuelto. Creo que ahora yo también soy “nada”.

Emanuel Castillo.

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