La Patria negadora

Cada vez resulta más difícil vivir en un país que no termina de decidirse. No sabe si sacarse la máscara o seguir viviendo del que dirán. Importa más, el murmullo del vecindario que la verdad del que viene y le pone el pecho a las cosas.

Nos nutrimos de lo que parece y no de lo que es. Le damos prioridad al chisme por sobre la información. Y en este marco, las autoridades del pasado y del presente, siguen imponiendo su tiranía, para disfrazar lo que nos ocurre a cada instante.

Hoy el tema es “Gran hermano”: por una lado, algunos dicen que no tiene contenido, por el otro que repite siempre la vieja fórmula que sostiene “los chicos de la casa no tienen futuro”, etc. Entonces, sí resulta tan malo el producto televisivo, ¿cómo se explican los 30 puntos de raiting que registra?

Encendés la radio y son nota de tapa, al igual que las revistas; editan discos, los contratan como atracciones de locales bailables, debaten con pasión con gente renombrada del medio y algunos periodistas del momento.

A Gran Hermano, supuestamente nadie lo ve. Pero a la hora de hablar, todos saben de que se trata y como se llaman los personajes. Formamos parte de la “Patria negadora”. Hacemos un verdadero culto de la negación de lo que realmente nos gusta. Por eso, todavía estamos buscando quien hizo a Menem dos veces Presidente de la Nación por votación democrática, porque ahora todos reniegan de haber colocado la boleta en el cuarto oscuro.

Es hora que dejemos de esconder la tierra bajo la alfombra y nos mostremos tal cual somos. La "Patria negadora" sigue reinando entre nosotros para que continuemos mirando de afuera: gobiernos que no votamos, coronar programas que no vemos y soportar comunicadores que no se responsabilizan de sus opiniones.

Andrea.