En ese momento presentí que algo iba a pasar

Eran los deseos que me cegaban, mientras que a la vez necesitaba descubrir un poco más allá de tus ojos, que por cierto me desconcertaban y producían que no fijara la atención hacia mi entorno. Fuí víctima sin duda de una sorpresa que por primera vez en mi vida se había desarrollado de esa forma.

Te miraba y quería evitarlo para no demostrar que me interesabas aunque todavía tardaría tiempo en descubrirlo plenamente. La curiosidad me atropellaba y debía ser astuta para percibir en tu mirada inquieta la razón que me atraía incordiosamente de modo que era imposible resistirme.

Tanto misterio me abstraía.

Aproximadamente desde ese día no dejé de sentir con profundidad un inocultable sentimiento, que pretendí esa vez pasar por alto sin obtener resultado. Mirarte se convirtió siempre en hallarme en un espacio nuevo, nunca me hubiese cansado de alimentar mi curiosidad por saber que había más allá de esos, tus oscuros pero brillantes ojos.

Con los impulsos se arriesga mucho pero no acerté con otra forma de expresión para lo que sentí desde entonces.

Fui débil en muchos aspectos, tu presencia me hizo vulnerable, y no te echo la culpa, fue un improvisto mío y un momento en que no me detuve fríamente a pensar que estaba sucediendo con certeza. El amor resigna en algunos, que expresemos abiertamente nuestros más profundos sentimientos. Nos devoran las ilusiones cuando estamos junto a alguien que queremos mucho. Que suceda esto es muy peligroso porque las ilusiones, puede que solo eso sean, que no se cumplan. Las preguntas que nos hacemos y las respuestas que buscamos para ellas pueden que no sean certeras o estén mal formuladas, pero lo que se siente nunca es así, más si puede serlo como lo expresamos.

AMOR es una palabra que define un estado del alma o el ser de alguien, es profundo porque se aloja en lugares que uno no conoce o empieza a descubrir gracias a él; porque despierta y descubre, porque reactiva y repara.

Con el amor se debe ser cauto porque a pesar de ser muy fuerte es demasiado frágil.
Así como por ejemplo se les enseña a los niños como tomar con sus manos un vaso de vidrio, así es como al amor hay que cuidarlo, contenerlo y reservarlo. Una vez que el vaso se rompe es difícil encontrar sus partes y mucho más complicado aún convertirlo en vaso de nuevo. Si lo apretamos muy fuerte entre nuestras manos se rompe y nos lastima, si lo sujetamos débilmente se cae y no deja rastros.

Selene A.