Las circunstancias son insostenibles, diversas instituciones educativas de la Capital Federal se encuentran azotadas por una ola de amenazas a sus edificios. Una moda que se ha extendido entre “mentes enfermas” y que sobrepasa largamente una instancia de exámenes o un conflicto político con las autoridades. En algunas entidades, hay un virtual cese de clases.
La situación comenzó a desandarse con amenazas a los Colegios que dependen de la estructura de la Universidad de Buenos Aires, y ahora parece extenderse a otros establecimientos de carácter municipal. Sin lugar a dudas, este no va a ser un año olvidable para las autoridades de la cartera educativa en la ciudad capital, toda vez que tuvieron que lidiar con enfrentamientos “feroces” entre el alumnado de dos escuelas y, en las últimas jornadas con huelgas docentes que reclaman ajustes de salarios.
Sin embargo, dentro de este panorama bastante oscuro se destaca, como hecho lamentable, la cadena de amenazas que vienen sufriendo diversos edificios educativos desde inicios del ciclo lectivo, y que se han vuelto recurrentes a partir de Octubre. Las autoridades deben suspender las clases a menudo, puestas entre “la espada y la pared” por su responsabilidad de garantizar la enseñanza, pero, a la vez, resguardar la salud de los estudiantes.
Se seguirá insistiendo desde este espacio, que los atentados (las amenazas se encuadran en la misma categoría porque impiden el normal desarrollo de clase, cumpliendo así el objetivo del agresor) a cualquier entidad pública, no pueden más que causar estupor y una sensación de indefensión absoluta. Aún más, tratándose de un establecimiento escolar, los sentidos se multiplican y la impotencia hace más daño en el interior de un individuo sano. Bastaba con ver las imágenes que reproducía un noticiero televisivo, respecto a un Jardín de Infantes robado y destruido, mientras maestras, directivos y los pequeños deambulaban por los destrozos, en un sinfín de lágrimas.
La misma insistencia se tendrá para con los responsables, sin lugar a dudas “mentes enfermas”, cabezas que necesitan pasar por la experiencia de la que están renegando. Aquí no hay excusas: “fue una broma del nene”, “tenía una pruebita”; habría que explicarle a esos padres que, las fallas familiares y en la “educación casera” se reproducen directamente en las conductas de los más jóvenes.
No se trata de eludir las culpas de los chicos, puesto que a determinada edad, uno cuenta con la capacidad de discernir entre el bien y el mal, pero en la mayoría de las ocasiones, los ejemplos de los progenitores son terribles. Deberá el Estado poner pies en la cuestión y tomar las medidas necesarias, para que tantos otros adolescentes y niños puedan concurrir normalmente a sus clases.
En medio de todo este caos, las aristas políticas se cuelan, sigilosamente, en la vida escolar, decidiendo rumbos a seguir, muchas veces erráticos. En el transcurso de la semana, el Rector del Colegio Carlos Pellegrini, Profesor Juan Carlos Viegas, fue despedido al no poder controlar la situación de desgobierno originada en la institución. Ese proceso, se había originado con las constantes presiones de un sector minoritario de los alumnos, que pertenecían a grupos políticos de izquierda y que perdieron la conducción del centro de estudiantes.
Lo cierto es que el conjunto de los estudiantes también entendía que la situación del establecimiento no daba para más y apoyó el reclamo de los primeros. Haciendo un rápido análisis, parecía que la situación inestable vivida en la UBA durante todo el año pasado, se traslada ahora a una de sus dependencias. Viegas, finalmente fue reemplazado por Hector Pastorino, quien asumió como Rector Interino.
En medio de estas circunstancias, el electo Jefe de Gobierno capitalino, Mauricio Macri, hizo aprobar, antes de su asunción, una norma que le permite decidir individualmente, y sin mediar una aprobación legislativa, los gastos destinados a la construcción de edificios educativos. La noticia fue repudiada por un sector de la oposición, que entiende no habrá control sobre los gastos que realice el Poder Ejecutivo de la ciudad.
Ahora bien, el panorama complejo de la educación no es un fenómeno exclusivo de la región metropolitana, también la provincia de Buenos Aires ha sufrido sus contratiempos y, como sucede todos los años, el comienzo del próximo ciclo lectivo es un interrogante. El Frente Gremial Docente tomó posturas diferentes: SUTEBA, asumió una postura conciliadora respecto al último (e ínfimo) aumento recibido por maestros y profesores, mientras que la FEB reivindicó la lucha que se venía sucediendo antes del anuncio. Como sea, no son simples espejismos en medio de un desierto, es gran parte de la realidad educativa que se vive en todo el territorio.
(Publicado en matutino Opinión de La Costa)
Eduardo Ferrer